Yo tengo una pero estoy segura de que vosotros también. Se abre la temporada!
Ese momento en que te invitan a una boda y tu mente automáticamente sólo piensa en: y qué me pongo?
Yo lo he pasado, tengo a finales de Mayo, con muchas ganas por cierto y ya tengo modelito elegido.
En moda casual lo tenemos claro: flores, cuadros Vichy, el chubasquero y una tendencia, la de los años 60. Son apuestas seguras para nuestros looks en el día a día.
Pero cuando se trata de una boda, no es lo mismo.
Tienes que cumplir cierto protocolo: de corto si es de día y lo contrario si es de noche, el blanco es exclusivo para la novia y prohibido el zapato y bolso a juego, ya no se lleva.
Toda regla es susceptible a cambios que dictamine el sentido común pero ante todo, sé fiel a ti misma y no arriesgues con lo que habitualmente no es tu estilo.
Si te decantas por vestido corto, la rodilla te marcará la largura y combínalo con sandalias, salones o peep toes. También puedes apostar por un tocado: de flores, plumas, encajes…
El dresscode dictamina que sólo para bodas que empiecen a partir de las ocho de la tarde podrás elegir el vestido largo. Puede ser liso o con estampado de flores; con apertura lateral que realce tu pierna, más vaporoso… será cuestión de adecuarlo al entorno donde se celebre el enlace.
No quieres llevar vestido? Olvida el típico traje para oficina y deriva toda tu atención al pantalón (que yo elegiría tonos flúor o colores vivos) que podría combinar perfectamente con un top de volantes, sandalias y clutch de pedrería. En este caso, una apuesta segura son los buzos. Siempre tan elegantes y combinables.
No lo olvides: Menos es Más!